El Puente Romano de Salamanca, una estructura icónica que se erige majestuosamente sobre el río Tormes, es un testamento vivo de la rica historia de la ciudad.
La historia del Puente Romano está envuelta en el misterio y la leyenda. Se desconoce con certeza quiénes fueron los arquitectos y constructores detrás de esta obra maestra de la ingeniería romana.
Las investigaciones históricas mencionan que el Puente Romano de Salamanca fue construido en la segunda mitad del siglo I, bajo la necesidad de proporcionar un cruce por el río Tormes para unir sus dos orillas. Debemos pensar que el Río Tormes era un punto crucial en el viaje de los viajeros por la vía de la Plata, la cual une Mérida y Astorga.
En época medieval, el Puente Romano de Salamanca sufrió su mayor modificación para hacer frente a las necesidades de la época. Algunos historiadores sugieren que su construcción comenzó en el siglo XII, durante el reinado de Alfonso VII, mientras que otros señalan que pudo haber sido erigido incluso antes, durante la dominación musulmana de la región.
Bien es cierto que el Puente Romano de Salamanca tuvo un papel fundamental en la Reconquista cristiana, pues fue un punto clave en la comunicación en el reino de León.
Durante siglos, fue la principal vía de comunicación entre la ciudad y el resto de la península ibérica, facilitando el comercio y el intercambio cultural. Su robusta estructura de piedra resistió las crecidas del río Tormes y los embates del tiempo, convirtiéndose en un símbolo de la fortaleza y la resistencia de Salamanca.
El Puente Romano de Salamanca a lo largo de la historia
A lo largo de los años, el Puente Romano ha sido testigo de numerosos eventos históricos. Desde procesiones religiosas hasta desfiles militares, desde comerciantes que cruzaban sus arcos en busca de fortuna hasta peregrinos en camino a Santiago de Compostela, el puente ha sido escenario de incontables historias y experiencias, como la archiconocida historia del Padre Putas en el Lunes de Aguas.
Una de las primeras riadas importantes a las que sobrevivió fue la del año 1256, denominada Ríada de los Difuntos. Esta crecida y los efectos sobre el puente están documentados y parece que dejó intransitable la parte meridional del puente.
En el siglo XIX, el Puente Romano fue sometido a una serie de restauraciones y mejoras para garantizar su conservación.
Hoy en día, el Puente Romano sigue siendo uno de los monumentos más queridos y visitados de Salamanca. Los visitantes pueden cruzar a las dos orillas de la ciudad y disfrutar de unas vistas espectaculares del río Tormes y de la ciudad.
Características del Puente Romano de Salamanca
El paso de los siglos ha llevado a una configuración actual del puente romano de Salamanca muy característica y peculiar, pues podemos decir que estamos hablando de dos puentes.
El Puente Romano de Salamanca se divide en dos partes: la puente vieja de origen romano y la puente nueva, de origen hispano. Ambas partes separadas por una especie de torreón central que las separa. Por regla general no se observan ornamentaciones salvo la excepción de las pilastras.
- La parte vieja (parte derecha) posee catorce arcos de medio punto de traza procedente de la arquitectura romana con una altura de unos 6 metros y con una longitud total de 201,20 metros de longitud.
- La parte nueva (orilla izquierda del Río Tormes) posee 157,50 m de longitud y fue construida desde el siglo XII al siglo XVIII. En total, está formada por once arcos de medio punto.
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